Actualizado Miércoles, 24-09-08 a las 07:47
Francisco Manuel Silva ya no es concejal del Ayuntamiento de Sevilla. Dimitió en la tarde de ayer y trasladó a los medios de comunicación su renuncia al acta de edil en una comparecencia anunciada sólo tres horas antes, en la que se limitó a leer un escrito y no admitió que se le preguntase por los escándalos —pésima gestión, uso del dinero público con fines partidistas, enchufismo familia...— que han adornado su trayectoria como representante de Izquierda Unida en el gabinete que gobierna la ciudad. Seguramente por eso, por no dejar que se le preguntase, en su despedida ni siquiera hubo alusiones a las constantes irregularidades de sus cinco años de gestión, culminadas con los casos de contratos a su primo o a su propia madre desde distintos departamentos municipales dependientes de él o su partido.
Escoltado en su monólogo por los otros dos ediles de IU, Antonio Rodrigo Torrijos y Josefa Medrano, además del delegado no electo Jon Ander Sánchez, Silva simplemente adoptó, como era previsible, el papel de víctima de lo que denominó «una campaña severa y sostenida en el tiempo por parte de diversos medios, de sectores económicos y de la oposición desde que Izquierda Unida accediera al poder en 2003, algo que a muchos no ha gustado porque no se resignaban a perder el control de la ciudad». «Esta campaña no está a la altura del peso político de quien les habla», indicó el comunista usando un recurso repetido varias veces en su discurso, el de presentarse como «un joven y humilde muchacho, que sólo quería hacer política y favorecer a quienes más lo necesitan y a las clases trabajadoras». «Espero —añadió— que la ciudadanía sepa disculpar a este torpe muchacho que sólo ha tenido el interés de que los trabajadores vivan mejor».
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